Erase una vez una joven veinteañera muy guapa. Era sábado por la tarde y se lo ocurrió quedar con sus amigas para salir de fiesta. Bailó mucho y tomó mucha coca cola ;).
Al día siguiente la joven había quedado con un chico guapísimo que había conocido el día anterior. Cuando se despertó por la mañana se miró al espejo y...!QUÉ HORROR! Estaba hecha un espanto. No quería que aquel chico la viera así que se le ocurrió una cosa. La magia del escote. Se puso un vestido sin mangas y lista. Así el chico no se fijaría tanto en su cara.
Y es que ESCOTE= Miradas por debajo del cuello.
Hasta los principes no se pueden resistir a un escote. O no os acordáis de Cenicienta. El día del baile. ¿Dónde miraba el principe mientras bailaban, para luego no acordarse de la cara de Cenicienta? Ok, vale que el maquillaje hace milagros y que Cenicienta estaba muy arreglada y todo eso pero tanto como para necesitar un zapato para reconocerla ¿?
¡Qué fuerte!
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